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El recorte del trasvase que se anunciará la próxima semana es el principio del fin del modelo de prosperidad que ha logrado la Región de Murcia. ¿La excusa? La socorrida sostenibilidad ambiental hecha ad hoc
El Consejo Nacional del Agua se reúne la semana entrante para aprobar los nuevos planes de cuenca y el borrador del decreto que se enviará al Consejo de Ministros. El CNA es un órgano consultivo dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, del que forman parte todo tipo de Administraciones y diversos sectores implicados. Entre estos sectores se encuentran organizaciones de marco teórico e ideológico con muchísima influencia pero que nada tienen que ver con la economía productiva. Claro está, el CNA está bajo control de la vicepresidenta Teresa Ribera. Por tanto, el golpe que se avecina para la Región de Murcia será duro y doloroso: un recorte del trasvase Tajo-Segura, el pulmón que ha permitido que nuestra tierra tenga un presente; el pulmón que permitió, gracias a la solidaridad de todos los españoles, que un secarral sea la huerta de Europa y aporte riqueza neta al conjunto del país. Así devuelven los murcianos al resto de España el aporte del agua que no tenemos: con empleo, economía, prosperidad, exportaciones y autoabastecimiento a precios excelentes en los mercados de los barrios de toda España, una conversión alucinante, una amortización muy rentable para el conjunto del país. Se trata sin duda del préstamo mejor cobrado por un Estado.
El recorte del trasvase que se anunciará la próxima semana es el principio del fin de este modelo de prosperidad. Políticos de todo signo legislan bajo urgencias coyunturales sin medir las consecuencias a largo plazo, se están limitando las ayudas que vienen de Europa y se está diseñando la erosión del desarrollo socioeconómico y medioambiental de la Región de Murcia.
El CNA dará luz verde a la coartada que necesita ese muro ideológico que encarnan algunos partidos y minúsculas organizaciones (algunas unipersonales) para liquidar a plazos el Tajo-Segura, la gran obra civil que hizo que nuestra Región prosperase y se convirtiera en lo que es hoy. De saque, casi un tercio de recorte del agua trasvasada. Y en los próximos años queda abierto y sin definir el llamado caudal ecológico en la cabecera del Tajo, así que podemos estar bien jodidos porque queda al albur de los caprichos de los señoritos de Madrid y del ecologismo subvencionado.
Sólo en los regadíos del Campo de Cartagena, la producción agrícola en 2019 tuvo un valor de 730 millones de euros, generó 30.000 empleos directos y casi 20.000 indirectos, las remuneraciones y rentas de las actividades productivas a las familias alcanzaron los 1.729 millones de euros, la aportación al PIB de la Región fue del 8,5 por ciento y del 0,22 en el conjunto de España(*). Y esto solamente los regadíos del Campo de Cartagena. Por el contrario, ¿cuántos empleos generan las minúsculas organizaciones llamadas ecologistas que han impuesto su discurso? Cero, sólo los suyos, y además pagados por usted, querido lector. ¿Cuántos puntos al PIB? Cero. ¿Cuánto aportan fiscalmente para sostener sanidad, educación o carreteras? Cero euros. Pues estos son los que mandan, y los que insultan y denigran la actividad agraria.
Desde una candidez sorprendente, los herederos de aquellos líderes políticos que lideraron el «Agua para todos», movimiento transversal que logró que ni Zapatero ni la inefable Cristina Narbona recortaran el trasvase, han regalado los argumentos que se necesitan para liquidarlo. Si los propios gobernantes murcianos señalan a la agricultura como contaminante, extractiva y una actividad de ricos lobistas, ¿qué más puede necesitar el Gobierno y el ecologismo ad hoc para negarnos a todos el agua?
Agrupar los intereses colectivos
Llega de nuevo el momento de agrupar los intereses comunes de todos los murcianos. Llega el momento de coser heridas y de defender al conjunto de la Región. Ha llegado otra vez el momento de reivindicar el «El agua es vida», porque la decadencia de la actividad agrícola será la decadencia de la Región. Ahora es el Campo de Cartagena el que está en el punto de mira pese al impecable y ultravigilado hacer de sus agricultores. Pero ¿alguien duda que Lorca, Cieza o la Vega Baja alicantina no lo estarán dentro de media hora? ¿Tenemos en Murcia un ataque de ingenuidad colectiva o qué está pasando? Presidente López Miras, lidérenos. Agrupe. Identifique correctamente quién va en dirección contraria a los intereses globales de nuestra Región. Facilite la adopción de herramientas al sector que le permitan seguir compatibilizando la producción de alimentos con el medio ambiente. No se deje llevar por discursos sectarios, vacíos e impregnados de ideología excluyente que emplean la palabra sostenibilidad para separar en lugar de integrar. La sostenibilidad no es una coartada, no es una excusa, es una obligación de toda la sociedad en todos los términos de su etimología, y para el sector agrícola es su mejor bandera.
La Fundación Ingenio apela a la unidad de todos los sectores de la Región de Murcia para defender con pragmatismo y firmeza nuestro modelo económico. Nosotros representamos a los agricultores del Campo de Cartagena, cuyos intereses son idénticos a los del resto. Nos acusan de ser un lobby en manos de una docena de empresas. Lo dicen esos que no estuvieron la noche del 26 de octubre en Torre Pacheco y no quieren ver que allí llegaron centenares de personas con las botas llenas de polvo y barro, directamente del campo, aquellos que se levantan antes de que el Sol salga, aquellos que son señalados por ser los únicos responsables de contaminar el Mar Menor, creando así la excusa perfecta para que los regantes de toda la Región se queden sin agua. Y mientras tanto, casi todos callan, conceden o se pliegan agradecidos en un perfecto ejemplo de Síndrome de Estocolmo.
En definitiva, es de nuevo el momento de la unidad y de la defensa de nuestra legítima actividad, la turística, la agraria, la logística, la ambiental… Cuenten con la Fundación Ingenio. Por Murcia.
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