Algunos expertos ven cabos sueltos en el plan del Ministerio para la Transición Ecológica porque solo actuará en la vertiente que desemboca en la laguna.
Noticia completa en El Español
El paisaje parece un guiño a Marte, pero son los residuos contaminantes de las minas de la conocida Sierra Minera que se extiende por Cartagena y La Unión. Las inmensas terreras en las que no crece la vegetación y donde incluso se observa un lago rojizo no corresponden a ninguna ubicación del citado planeta Rojo. Este panorama, tras más de 30 años de lucha vecinal y rifirrafes entre administraciones, parece que por fin otea una solución en el horizonte: el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) invertirá más de 110 millones de euros en un plan de restauración.
A pesar de la enorme provisión de fondos desde el ministerio que todavía dirige Teresa Ribera, algunos investigadores ven varios cabos sueltos en este proyecto que arrancará dentro de unos meses, debido a que las actuaciones se centrarán en la vertiente que desemboca en el Mar Menor.
El estado actual de la Sierra Minera que abarca el municipio murciano de La Unión y parte de Cartagena es consecuencia de las explotaciones mineras a cielo abierto. A partir de los años cincuenta y hasta principios de los noventa, los estériles sobrantes de esta actividad se depositaban sobre las zonas rurales o incluso sobre el mar. Un portavoz de la Fundación Sierra Minera recuerda que el resultado de esos vertidos fueron: «2.351 depósitos de residuos mineros que ocupan una superficie de 8,83 kilómetros cuadrados, con un volumen de 199,30 millones de metros cúbicos».
El peligro de esos residuos es su impacto medioambiental y su posible afección sobre la salud de los 26.000 vecinos que residen cerca de la Sierra Minera, ya que en algunos casos están compuestos por cantidades de plomo, cadmio e incluso ácido sulfúrico, entre otras sustancias. EL ESPAÑOL modera una conferencia el próximo jueves 3 de octubre, a las 19 horas, en el salón de actos del Ayuntamiento de La Unión, donde varios expertos expondrán su perspectiva sobre las consecuencias que tiene la acumulación de esos estériles durante décadas.
«Aunque los estudios que se han realizado no son concluyentes, sí que parece que los estériles de la zona pueden tener algunos efectos en la salud«, tal y como advierte el arqueólogo Francisco Fernández Antolinos. Este miembro de la Fundación Sierra Minera, natural de Portmán, acompaña a este diario a una de las terreras que el MITECO regenerará en los próximos meses, junto al núcleo urbano de La Unión.
Es una zona que se ubica frente al Cabezo Rajao. El paisaje es digno de una película de un western protagonizado por Clint Eastwood: el monte está pelado, seco, con tonos amarillentos y rojizos. En la cima se distinguen los restos de una gran explotación minera en ruinas que se asemeja a una ciudad abandonada. Y en su falda se vislumbran grandes colinas del mismo color cetrino con tonos anaranjados donde tampoco crece la hierba, debido a que son antiguas balsas de los lodos que salían de los lavaderos mineros y que estaban mezcladas con metales pesados.
Este espacio contiguo al monte es uno de los puntos que el Ministerio empezará a restaurar «a finales de año», según avanza este miembro de la Fundación Sierra Minera: una entidad sin ánimo de lucro que aglutina al tejido asociativo que trabaja por el desarrollo de esta zona, a caballo entre La Unión y Cartagena.
P: ¿Qué supone para la salud estar expuesto a una alta concentración de metales pesados?
Francisco Fernández: Parece que puede incidir en determinadas enfermedades, incluso cancerígenas, pero realmente no está confirmado científicamente que eso ocurra en la Sierra Minera. En los pueblos de la zona, la incidencia de cáncer no es muy diferente al resto de la Región de Murcia, pero sí que parece ser un pelín más alta. Esto es un indicio sobre el que hace falta más investigación científica.
Francisco nació en la pedanía unionense de Portmán. Tales raíces le permiten conocer de primera mano la gravedad de este problema. No en vano, a lo largo de su infancia ha visto desaparecer, poco a poco, la bahía de su pueblo consumida por una lengua de residuos mineros que se vertían sobre el mar Mediterráneo.
Este es uno de los principales «flecos» que algunos expertos ven sobre el plan del MITECO. El departamento que dirige Teresa Ribera ha destinado una inyección de más de 110 millones de euros para restaurar una parte de la Sierra Minera, como medida prioritaria para regenerar el Mar Menor. Sin embargo, el plan solo contempla actuar en la vertiente norte de la sierra, la que afecta directamente a la laguna, pero qué ocurrirá con el resto de zonas afectadas, se preguntan desde la Fundación.
La vertiente mediterránea, donde se encuentra la bahía de Portmán, no se verá modificada por el momento. Pese a ello, este arqueólogo no pierde la esperanza de que se recupere esta parte del litoral: «Tenemos la esperanza de que en un futuro se aplique una hoja de ruta similar para regenerar Portmán».
Francisco habla mientras camina sobre las colinas de estériles. Después de andar un rato, llega a una gran explanada vallada. Tras las rejas oxidadas se descubre un gran cráter en cuyo fondo se admira un lago rojo. «Este cráter es artificial. El lago surgió cuando los mineros dieron con unas aguas subterráneas que comenzaron a salir al exterior. Al mezclarse con los sedimentos de la zona, obtuvo esa coloración rojiza».
Todo este espacio está cercado debido a la toxicidad de las aguas y a los riesgos de desprendimiento. Más adelante, siguiendo la ruta de este arqueólogo, se llega a un pantano que se levanta sobre el cementerio municipal de La Unión. «Es uno de los lugares que requiere una actuación más importante, porque existe una minúscula posibilidad de que colapse en un futuro, como ya ocurrió una vez en los años setenta».
P: ¿En qué consiste la intervención que desarrollará aquí el Ministerio para la Transición Ecológica?
Francisco Fernández: El pantano es totalmente artificial y sus ‘paredes’ están construidas con estériles. Para explicarlo de un modo muy sencillo, digamos que se va a llevar a cabo un sellado con distintos tipos de tierra. También se emplearán una serie de textiles para garantizar que la acción de la lluvia no tenga ningún efecto y pueda derrumbar el pantano. Además, se le añadirá una capa superficial de tierra fértil para que pueda volver a crecer la vegetación.
De esta manera, las intervenciones consisten en realizar una especie de sellados naturales. El textil es el único elemento artificial del proceso, y solo se aplica sobre una parte de las terreras y pantanos intervenidos, para evitar que colapsen. En el resto de los casos, el proceso consistirá en aplicar diversos elementos naturales sobre los estériles para volver a hacerlos fértiles, dejando en el fondo los materiales contaminantes y evitando sus escorrentías.
El carácter artificial de las terreras de residuos mineros las hace susceptibles de deshacerse por acción del viento y, sobre todo, de la lluvia. El agua arrastra esos materiales hasta que, debido a la geografía de la zona, acaban en el Mar Menor. Esto contribuye a un exceso de nutrientes sobre la laguna salada que es una de las causas de la crisis ambiental que sufre su ecosistema —castigado por residuos de las fincas agrícolas y las aguas grises de las urbanizaciones—.
Portmán sigue en espera
El plan del Ministerio de Transición Ecológica restaurará parcialmente la Sierra Minera y la bahía de Portmán seguirá en el olvido. En esta zona el problema es aún mayor si cabe: los residuos mineros vertidos sobre el mar hicieron retroceder la bahía 250 metros respecto a su línea original.
Todo lo que hay entre la nueva playa y la antigua línea de costa son tierras que proceden de la actividad minera. Pese a que hace varios años comenzó un proyecto de regeneración parcial, este se detuvo por una serie de complicaciones técnicas, dejando sobre la antigua bahía una serie de balsas sin terminar.
El ingeniero técnico Pedro Baños, profesor de la Universidad de Murcia, lamenta esta decisión del MITECO: «Cuando el Ministerio de Transición Ecológica elaboró el Marco de Actuaciones Prioritarias sobre el Mar Menor, con el que ahora van a restaurar la vertiente norte de la sierra, le insistimos en que la vertiente sur también existe, pero no hemos sido capaces de convencerles».
Baños cuenta con una dilatada experiencia investigadora y ha desarrollado sendos estudios sobre el estado de la bahía de Portmán porque nació en este apacible pueblo de mineros y pescadores, por eso su «preocupación» por el futuro de esta zona está presente en cada respuesta que ofrece.
P: ¿Hay alguna iniciativa en marcha por parte de alguna Administración para abordar la recuperación de la bahía de Portmán?
Pedro Baños: La mayor esperanza en este momento es la Ley de Recuperación de la Naturaleza de la Unión Europea que se ha aprobado el Parlamento Europeo. Si llega a ponerse en marcha, esperamos que pueda haber dinero y voluntad política para actuar directamente en esta zona.
En cualquier caso, el profesor de la Universidad de Murcia tiene claro que, llegado el caso, no bastaría solo con sacar los estériles del mar. De ser así, ocurriría algo similar a lo que pasa en el Mar Menor: las lluvias y el viento devolverían los residuos que se ubican en las partes superiores de la Sierra Minera a la bahía de Portmán.
Desde el mirador donde atiende a este diario, Pedro Baños señala la zona donde hace apenas sesenta años amarraban los barcos pesqueros. Por aquel entonces, era una dársena y hoy solo es un camino de tierra. De hecho, este ingeniero indica un lugar donde «el suelo emana una pequeña acumulación de tierra de un vivo color amarillo».
«Esas arenas amarillas son muy llamativas y realmente peligrosas», explica de forma pausada. «Esto a los niños les llama mucho la atención y tienden a tocarlo. Luego se llevan las manos manchadas a la cara, lo que puede ocasionarles una intoxicación importante».
Pedro Baños será uno de los participantes en la conferencia que modera EL ESPAÑOL este jueves, en el Ayuntamiento de La Unión. Junto a él estarán el edafólogo, José Matías Peñas, y el director del Museo Minero de La Unión, Gonzalo Vicente. En concreto, Baños se centrará en abordar los efectos nocivos sobre el medio marino que genera la presencia de metales pesados en la bahía de Portmán.
P: ¿Sería adecuado extrapolar a la bahía un proyecto como el previsto en la vertiente que mira hacia el Mar Menor?
Pedro Baños: Sin duda, porque además para este caso el Mar Menor y la zona de la bahía no tienen grandes diferencias. La problemática de las terreras es semejante en ambos lados. Lo que ocurre es que la bahía de Portmán da para el Mediterráneo, que tiene mayor capacidad de absorción de estos residuos. Además, tampoco hemos tenido la misma visibilidad mediática que la anoxia o la sopa verde del Mar Menor.
En cualquier caso, la mayor parte del proceso de regeneración es competencia de la Comunidad Autónoma. Para la restauración del Mar Menor, el Ministerio ha declarado la Zona de Interés General, para poder tener capacidad de actuar. Podría hacer lo mismo en Portmán.
Comentarios recientes