Noticia completa en La Opinión de Murcia
n un contexto donde la agricultura vive momentos críticos, denominados por algunos como de «extinción», la Región de Murcia se ha convertido en el foco de una controversia entre la tradición agrícola y la transición energética. Los agricultores murcianos, quienes una vez fueron los pilares de la ‘huerta de Europa’, hoy se sienten acorralados y despojados de sus tierras en nombre del progreso fotovoltaico.
Esta situación, lejos de ser un incidente aislado, revela una trama más compleja y profunda. La regulación agrícola de los últimos seis años ha llevado a un claro desmantelamiento del sector. «La agricultura está siendo señalada, y los políticos eluden la responsabilidad», lamenta un agricultor murciano, cuyo sentir resuena en la comunidad. La devaluación de las tierras y la transformación de áreas de regadío en instalaciones solares han sembrado la inquietud entre los agricultores. «Sustituir alimentación por energía en un mundo que crece es un disparate», exclama un agricultor, evidenciando la tensión que se vive en los campos murcianos.
La situación ha llegado hasta tal un punto que los agricultores se están organizando y movilizando, incluso contemplando la creación de un partido político propio para defender sus intereses. Sienten que los partidos tradicionales no representan sus necesidades y no escuchan las voces de quienes trabajan la tierra y les dan de comer. «Necesitamos una representación real, una voz que clame por los derechos de los agricultores y que luche contra la imposición de intereses externos», expresa otro compañero del campo murciano, reflejando la creciente desconfianza hacia el panorama político actual.
Desde un primer momento comentan los protagonistas de esta historia que ellos, los agricultores, no se oponen a la transición energética, pero claman por un equilibrio. Proponen que las placas solares sean complementarias y se instalen en tierras improductivas, preservando así las zonas de regadío para la producción agrícola. La implantación masiva de placas sin producción agrícola podría convertir regiones fértiles, como el Campo de Cartagena, en desiertos, exacerbando los efectos del cambio climático y avanzando la desertificación de la zona.
Desde la Fundación Ingenio, fundación que se dedica a la defensa de la agricultura en el Campo de Cartagena, confirman el sentir de los agricultores y afirman que desde hace tiempo están preparando una defensa legal para todos aquellos agricultores que no quieran perder sus tierras. Nos cuentan que el Decreto Ley 2/2019, de 27 de diciembre, y su sucesor, la Ley 3/2020, han intensificado la preocupación entre el gremio del campo, al prever la restricción del uso agrícola de la tierra en favor de instalaciones fotovoltaicas. Esta legislación ha sido interpretada como una «alfombra roja» para los especuladores, en detrimento de miles de familias que dependen de la agricultura. Afirman que es «una transición dirigida, que sacrifica frutas y verduras por megavatios», ven en estas leyes una amenaza para el legado y el futuro de la agricultura murciana.
Volviendo al campo, desde otra explotación, nos confirman que la virtud está en el medio y que hay posibilidad para convivir, «la transición hacia fuentes de energía renovable es imperativa en la lucha contra el cambio climático, pero no debe ser a costa de la soberanía alimentaria y los medios de vida de los agricultores». Señalan también que, si las tierras dejan de ser cultivadas, tanto en esta región como en la vecina provincia de Alicante podrían volverse más vulnerables a la desertificación. Actualmente, estas áreas están protegidas por su cubierta vegetal, pero si se abandonan y no se cultivan, perderían esta protección, quedando expuestas y corriendo el riesgo de desertificarse.
El aumento de temperaturas en la Región, que ya experimenta elevados 35º en verano, podría escalar hasta 45º, convirtiendo la tierra fértil en un escenario árido y desolado. La pérdida de suelos productivos y el riesgo de desertificación son amenazas tangibles que recaen sobre la Región de Murcia.
Ante este panorama, los agricultores murcianos se levantan en defensa de sus tierras y su modo de vida. Reclaman un enfoque equilibrado y justo en la transición energética, donde la producción agrícola y las energías renovables coexistan en armonía. En este entorno de cambio y desafío, la voz de los agricultores resuena cada vez con más fuerza y determinación.
«La tierra es nuestro legado, no un mero recurso a explotar», concluye un agricultor, mirando hacia el horizonte, donde el sol brilla, pero las sombras se alargan.
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