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Desde el 2016 se ha despertado una alarma en torno al dañado ecosistema lagunar del Mar Menor, debido a la publicación en los medios de comunicación de un fenómeno espectacular nunca visto, que ha venido en llamarse la ‘Sopa Verde’, la cual, consiste en una proliferación exponencial de microalgas que logra en poco tiempo, una concentración elevadísima. Para que se pueda dar este proceso de Bloom o explosión de microalgas es necesario que concurran varios factores.

Los nutrientes necesarios para el crecimiento de estas microalgas se encuentran en el medio acuático en concentraciones suficientes, excepto el nitrógeno y el fósforo, cuya concentración es inferior a la necesaria para permitir el crecimiento de fitoplancton, al que se ha acusado de ser el causante de las mortandades de peces.

Algunos científicos han reiterado el papel del nitrato en la laguna, pero se ha obviado en gran medida el papel fundamental que juega otro elemento químico imprescindible, el fósforo.

Los estudios sobre el Mar Menor de diferentes instituciones de investigación coinciden en que el nitrógeno ha dejado de ser un limitante en la laguna del Mar Menor y ha dado paso al fósforo como elemento determinante para que se produzca el crecimiento de fitoplancton, conocido como ‘Sopa Verde’, a la cual, debemos sumar el crecimiento descontrolado de algas, las llamadas Ovas, que inundan las orillas en las playas de la laguna.

Las aguas residuales aportan también altos contenidos de materia orgánica que, junto a la descomposición del fitoplancton, las Ovas y otras especies vegetales, produce un alto consumo directo de gran cantidad de oxígeno que sin duda ha ayudado a producir los procesos de anoxia en varias partes de la laguna.

Desde el comienzo de la crisis en el Mar Menor se ha tratado de buscar un responsable al que asignar la culpa, más que a aclarar el origen del problema de los crecimientos de microalgas (Bloom de fitoplancton) y macroalgas (Ovas). Y contra toda lógica e informes de los centros de investigación marina, se asignó la responsabilidad en exclusiva de todos los males del Mar Menor, a los aportes de nitratos que además se señala erróneamente que vienen exclusivamente de la agricultura.

A este discurso se sumaron de manera instantánea todas las instituciones públicas y privadas que coexisten en la laguna: Gobierno Central, Autonómico y, ONGs de defensa de la naturaleza, a pesar de que los institutos de investigación, en sus propios documentos exponen que en el deterioro de la laguna el elemento determinante es el fósforo.

En este escenario la única vía para poder dar soluciones es investigar el origen de la entrada de fósforo a la laguna, el cual, según expertos del comité científico todo apunta a que la presencia de este contaminante tiene su origen en las aguas residuales con una red de saneamiento en mal estado.

Aprobado un real decreto por el que se destinan 20 millones de euros para solucionar el deficiente tratamiento de las redes de saneamiento

 

Para ello, el pasado 6 de septiembre, el Consejo de Ministros aprobó un real decreto por el que se destinan 20 millones de euros y 36 meses para contribuir a reducir la carga contaminante que acaba depositándose en el Mar Menor como consecuencia de un deficiente tratamiento de las aguas residuales.

Es necesario resaltar que las aguas residuales también contienen una infinidad de contaminantes peligrosos tanto para el medio ambiente como para la salud de los habitantes del Mar Menor. Podríamos destacar entre estas sustancias: antibióticos, medicamentos como el ibuprofeno y el paracetamol que tienen una difícil degradación en el medio ambiente, disruptores endocrinos, hidrocarburos, microplásticos, drogas ilegales, parásitos y microorganismos de todas las enfermedades que padece el ser humano que no vienen eliminados en el proceso de depuración utilizado hasta ahora, como tampoco se elimina eficientemente la materia orgánica o las grandes cantidades de nitrógeno y fósforo responsable de los crecimientos de fitoplancton y Ovas.

Las aguas residuales son un problema generalizado en toda España, que en el Mar Menor se ha hecho evidente y hay que tratar de dar soluciones adecuadas.

Independientemente de las inversiones que se realicen en esta tecnología ineficaz de depuración, no se podrá impedir los vertidos de aguas contaminadas con estas sustancias al medio. La única vía es la incorporación de nuevas tecnologías de depuración, que ahorrarían tiempo y dinero, que permitirían un control transparente de cada metro cúbico de agua residual y de fango producido, y que harían posible por fin la reutilización de ambos subproductos con todas las garantías sanitarias, evitando de una vez por todas, el contacto entre este efluente peligrosísimo con el medio ambiente y con los ciudadanos.

En resumen, las aguas residuales brutas y con deficiente tratamiento de depuración, es uno de los peores contaminantes de los océanos en nuestro planeta, que, entre otros efectos, es determinante en los Bloom de fitoplancton y el crecimiento de las Ovas que actualmente lleva a la deriva al Mar Menor; este problema mundial grave, en España puede contar con soluciones rápidas y de menor inversión pública, si pasamos por un cambio en la tecnología y la gestión de estas.