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El grupo de Investigación de Química de Plaguicidas, Contaminación Agroindustrial, Ecoeficiencia y Toxicología de la Facultad de Química de la UMU celebra un seminario para abordar la situación ambiental actual de la laguna salada

 

    El pasado miércoles se celebró la segunda edición del seminario ‘Aguas residuales urbanas en la contaminación costera: Mar Menor’, organizado por el grupo de Investigación de Química de Plaguicidas, Contaminación Agroindustrial, Ecoeficiencia y Toxicología de la Facultad de Química de la UMU, con el principal objetivo de exponer la situación ambiental actual de la laguna salada, así como las líneas de trabajo que se siguen y estudios allí realizados para determinar cuáles son las principales causas de su delicado estado.

    El seminario, que se llevó a cabo en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia y estuvo moderado por el catedrático de la UMU Miguel Ángel Cámara, contó con la participación de Argelia Castaño, profesora de Investigación en el Instituto de Salud Carlos III y coordinadora del área temática de biomonitorización humana del Plan estratégico de Salud y Medioambiente; Yolanda Valcárcel, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, y Pedro Fernández, doctor Ingeniero Agrónomo y consultor medioambiental.

    La biomonitorizacion humana valora el impacto de los contaminantes

     

    Argelia Castaño abrió el seminario indicando la importancia de la biomonitorización humana, una herramienta que nos permite conocer las sustancias químicas que encontramos en nuestro entorno, al permitirnos valorar el impacto de todos estos contaminantes, pues estamos en todo momento rodeados de productos químicos en nuestros bienes de consumo. Estos estudios nos permiten conocer el grado de exposición de la población e identificar posibles fuentes y factores determinantes de la exposición, pudiendo establecerse una la relación causa-efecto entre contaminantes y problemas de salud. «Los datos de la biomonitorización disminuyen la incertidumbre asociada con las medidas de exposición ambiental», añade Castaño.

    Aunque en todos los programas de control de productos químicos se promueve la utilización de la biomonitorización humana como apoyo a las políticas de salud pública, para poder intervenir de manera correcta hay que desarrollar unos valores de medida, pues en este ámbito no existen aún los métodos ni los laboratorios de referencia, algo en lo que se está trabajando desde 2010 para la armonización de los parámetros a estudiar.

    En el caso de entornos afectados por la contaminación, como es el caso del Mar Menor, la biomonitorización humana puede contribuir a establecer los umbrales de riesgo potencial derivados de contaminantes químicos procedentes de aguas residuales. «El hecho de que las autoridades regionales estén a favor de la implantación de la Comisión de Biomonitorización supone un paso adelante a la hora de identificar los problemas y estudiarlos. Es importante que se formule adecuadamente la problemática de cada territorio», añade la coordinadora del área temática de biomonitorización humana del Plan estratégico de Salud y Medioambiente.

    El 49% de los ecosistemas marinos están impactados por factores antropogénics

     

    Por su parte, Yolanda Valcárcel destacó la problemática en las zonas costeras (se estima que el 49% de los ecosistemas marinos son fuertemente impactados por factores estresantes de naturaleza antropogénica) de los contaminantes antropogénicos, aquellos que directa o indirectamente derivan de la actividad humana y suponen la principal fuente de entrada las aguas residuales, así como las nuevas necesidades de vigilancia y la evaluación de riesgos. Las áreas costeras atraen asentamientos urbanos, y esto conlleva un problema de gestión ambiental al incrementar los residuos. Por ello se hace necesario determinar las posibles entradas de nuevos contaminantes, no legislados en la costa marina, abordar los distintos escenarios de exposición y evaluar el riesgo que supone la entrada de residuos de fármacos y otros contaminantes, entre los que destacan los filtros solares.

    Llegado el turno de Pedro Fernández, el doctor ingeniero agrónomo destacó el carácter multifactorial de la problemática del Mar Menor, que hasta ahora solo había centrado sus miradas en la agricultura. «Creo que lo mejor para entender qué es lo que pasa en el Mar Menor es atender a todas las influencias: factor atmosférico, instalaciones acuícolas, escorrentías, contaminación difusa (agricultura y ganadería), aguas residuales industriales y urbanas, y contaminación puntual», explica el consultor ambiental de AgroIngenieros por el Mar Menor.

    Además, en el Mar Menor se añade un factor más, el mal estado de la red de saneamiento, haciendo necesarias la corrección de estas deficiencias mediante una gestión integrada del acuífero y la modernización de los sistemas de saneamiento y depurativos que impidan que el agua depurada llegue hasta la laguna salada.

    El problema del Mar Menor es multifactorial, no solo la agricultura

     

    El ingeniero agrónomo expuso detalladamente los últimos análisis realizados tanto en la columna de agua de la laguna como los vertidos de las depuradoras de municipios costeros a ramblas que desembocan en el Mar Menor, un punto de enfrentamiento entre las diferentes voces que tratan la problemática de la laguna costera, y que incluso tras la intervención de Pedro Fernández volvió a producirse cuando algunos asistentes le tacharon de mentiroso, a lo que el consultor ambiental respondió con datos.