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La laguna cambió para siempre en 2016 con el primer caso de mortandad de peces. ¿Es posible recuperarla? ¿Dónde hay que intervenir: agricultura o saneamiento?

La opinión pública supo del mal estado del Mar Menor en 2016 cuando una sopa verde acabó con la vida de cientos de peces. Sin embargo, los vecinos de la zona recuerdan haber leído ya en los 80 titulares sobre el colapso ambiental de la laguna mediterránea. «Primero vimos desaparecer los caballitos de mar. Con los años las aguas se han vuelto turbias», dice una vecina de Cartagena.

Ese 2016, dice Miguel Ángel Esteve, catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia, se produjo un cambio definitivo bajo las aguas. «La laguna es un mar confinado y eso hace que sea muy sensible a la cuenca de drenaje. Ha sufrido presiones históricas, primero de la minería. Aunque a partir de los años 50 la actividad empieza a remitir, se ha mantenido un flujo de llegada de contaminantes a la laguna. El siguiente ciclo económico fue el urbanismo. La construcción, también de puertos deportivos, modifica la entrada de agua del Mediterráneo y la salinidad. El último ciclo inicia con el trasvase y la ampliación de la superficie regable en el Campo de Cartagena que llegó a alcanzar las 60.000 hectáreas; de ellas unas 9.000 eran ilegales. Es verdad que en la misma época en la que se define el trasvase, se diseña un sistema de drenaje de agua sobrante de los regadíos para evitar la llegada de nutrientes, pero nunca llegó a funcionar. Desde los 90 la ciencia alertaba deque el colapso podría producirse. El Mar Menor tardó en hacer ver la enfermedad de eutrofización (el exceso de nutrientes hace proliferar las algas y otros organismos que consumen gran cantidad de oxígeno) casi tres décadas porque contaba con tres mecanismos de defensa que absorbían entre 4.000 y 5000 toneladas de nitratos al año: humedales periféricos, fitobentos en el fondo de la laguna y algunos pulsos concretos de medusas.

Entonces llegó la primera crisis de anoxia en 2016 (pérdida de oxígeno bajo el agua) que convirtió el llamado mar de cristal en una laguna de aguas turbias. «Desde entonces ha habido un cambio en el funcionamiento de la laguna. Ahora es el fitoplancton el que absorbe los nutrientes, afectando a la calidad del baño y a la fauna», continúa Esteve. En 2019 una nueva crisis saltó a la prensa internacional. Cientos de peces salían a morir a la orilla como si de un suicidio asistido se tratara. «Se dio un caso de euxinia, que es más grave que la eutrofización porque no solo falta oxígeno, sino que además se generan tóxicos como los sulfuros», recuerda el investigador. En 2021 una nueva anoxia, esta vez sin tóxicos, volvía a tener lugar…

El Mar Menor está protegido por un montón de figuras administrativas y, sin embargo, todo ha fallado. ¿Por qué? Aquí es donde empiezan las divergencias. Para Esteve el problema principal es la agricultura «Nuestros modelos apuntan a que el 85% de los nutrientes que llegan al Mar Menor tienen su origen en la agricultura y que el otro 15% proviene del urbanismo», dice. Sin embargo, un nuevo actor apareció en 2020 apuntando como causante principal de los problemas de la laguna a las aguas residuales. La Fundación Ingenio representa al 85% de los agricultores del Campo de Cartagena, desde cooperativas a empresas agroindustriales y comunidades de regantes y sus informes se basan principalmente en datos recabados por Jesús Cisneros, doctor en Oceanografía Física y profesor en la Universidad de Las Palmas. «Las muestras tomadas ponen en valor la alta presencia de E.coli, con más de 80.000 Ufc/100 mL (unidades formadoras de colonia por cada 100 mL), cuando los niveles máximos aceptables son de 250. Más del 85% de las muestras tomadas no contiene nitrato alguno. Los tres episodios de muertes masivas de peces fueron por vertidos puntuales de aguas residuales de origen urbano. Los contenidos químicos de estas aguas son fósforo, amonio y materia orgánica, tres elementos que sistemáticamente se vierten a diario al Mar Menor a través de una deficitaria red de saneamiento (solo se ha reparado un 1% de las tuberías a día de hoy). Mientras se siga señalando a la agricultura, las administraciones locales y autonómicas responsables seguirán sin salir a la luz », dicen desde la Fundación. Por su parte, fuentes consultadas de la Entidad de Saneamiento y Depuración (Esamur) aseguran que “cuando los técnicos de sanidad hacen analíticas en las playas del Mar Menor les sale un agua de excelente calidad. Si fuese verdad que llega tanta agua residual al Mar Menor, aquello sería un hervidero de Escherichia coli. No hay trabajos, ni muestreos que sustenten esas declaraciones. Fósforo de las depuradoras no llega al Mar Menor. Les invitamos a que visiten las 99 depuradoras de la Región y que analicen el agua depurada que sale de todas y cada una de ellas para que puedan comprobar en primera persona su excelente calidad”.

Adela García Armero es una agricultora de la zona. Sus parcelas limitan con la depuradora de Torre Pacheco (de la que se queja por los malos olores) y con el antiguo salmueroducto que descargaba la salmuera de las desalobradoras privadas de los agricultores en la famosa rambla del Albujón. Para ella la historia se remonta a 2006, cuando una fuerte sequía acabó con la llegada de agua del trasvase y los agricultores empezaron a utilizar agua del acuífero extraída de sus propios pozos y a desalobrarla. Mientras los pozos eran legales, las desalobradoras se movían al margen de la ley. «No tenían permiso, es verdad, pero la Confederación construyó el salmueroducto para llevar todo el rechazo de las desalobradoras de los agricultores. ¿Sino querían que lo usáramos, para que lo construyen?». Imputada en el caso topillo, donde también están el exconsejero de Agricultura, Antonio Cerdá, y el ex comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Segura, lleva desde 2016 con la desalobradora precintada y ahogada entre papeles, dice, de la cantidad de controles que le piden. «Después de la primera sopa verde vino Confederación a arrancar el salmueroducto. Luego empezó la hiperregulación. Primero la ley3/2020, luego las medidas cautelares, el operador ambiental; una figura que se han inventado que va a vigilar a los agricultores. Yo estoy haciendo lo que me piden: las barreras vegetales, tengo mi asesor medioambiental, paso todos los informes de lo que fumigo, las medidas de los contadores de agua a mi cooperativa». En su relato, señala algunas de las incoherencias de la administración: «¿Qué ha pasado con la estación de bombeo que en teoría iba a llevar la sal hasta el Mediterráneo para que terminara en la laguna?»

Además, refiere un nuevo problema al que se enfrenta la zona: el nivel freático del acuífero cuaternario que alimenta la laguna cada vez está más alto. «Este otoño cuando llovió tanto, tuvimos el agua a un metro de la boca, cuando mi padre sacaba el agua a 50 metros de profundidad. Hace unas semanas una catedrática de la Universidad alertaba de que dentro de unos años los edificios del Mar Menor se caerán». De hecho, una de las propuestas de los agricultores es gestionar ese agua subterránea que ahora aflora por las partes deprimidas de las ramblas y utilizarla en la agricultura. «Confederación tiene autorizada ahora la extracción de unos 9 hm3 del acuífero. Si sacamos más al año y lo usamos para los cultivos, probablemente el nivel freático baje y no llegue nada a la laguna. Eso, mientras a los ayuntamientos hacen un plan de saneamiento en condiciones, porque las depuradoras solo funcionan bien en régimen estacionario. Todo el mundo gana, también el Mar Menor que es el que debe ganar. Es pura economía circular, porque además los agricultores se ahorrarían fertilizantes», comenta Pedro Fernández, de Agroingenieros por el Mar Menor, quien además apunta: «Si no hay un problema con las aguas residuales, ¿por qué el gobierno va a invertir 20 millones de euros para mejorar el saneamiento y la depuración en los municipios de la cuenca? El tema de la desalobración es una actividad concreta que está judicializada, pero el problema del Mar Menor es multifactorial: urbanización, agricultura en suelo que no tenía que haber estado, pero cuando se dice que el nitrato es el problema principal de Mar Menor y miramos nitratos y vemos que no hay en la laguna, parece evidente que algo falla. Para nosotros está claro que el causante de las mortandades es la depuración y el saneamiento».

Desde Esamur garantizan que en la Región se depura muy bien. “Así de claro y contundente. Y lo dice también la Unión Europea. Somos una de las tres regiones de España que cumple toda la normativa de aguas residuales de España. Cumplimos muy por encima de las directivas. Las depuradoras están funcionando muy bien”, afirman. Además ofrecen los siguientes datos: “Las depuradoras de la Región de Murcia regeneran 110 hm3 anuales y permiten la reutilización del 98% de las aguas residuales, frente al 8,1% de España y el 5% de la Unión Europea”. El agua depurada se reaprovecha principalmente para la agricultura, más del 95% para riego de cultivos, viveros o invernaderos, y el 5% restante para usos residenciales o de servicios

¿A tiempo?

El Mar Menor es ahora mucho más vulnerable, dice la ciencia; con menos contaminantes los daños son mayores. Una situación de colapso dolorosa, señala Esteve «porque los investigadores ya avisábamos de que esto ocurriría en los 90. Ahora entra un 40% de los nutrientes que entraban en la época de la crisis de 2016, porque se han retirado regadíos ilegales y no entran las salmueras, pero el del Mar Menor es un caso hiriente. Si se hubiera intervenido antes se habría gastado menos; con un 5% de lo que se va a invertir se hubiera revertido el problema. La zona ya no es un negocio turístico; la pérdida patrimonial es de más de 4.000 millones de euros. Desde la crisis hemos perdido unos cuantos años discutiendo si son churras o merinas. Ahora la administración regional y el Gobierno tiene destinados 480 millones de euros, más todo lo que tienen que invertir los sectores privados sin que haya garantías para el Mar Menor». «En declaraciones a Onda Cero, Juan Manuel Ruiz, investigador del Instituto Español de Oceanografía, ha pedido que se supere ya el debate de si el agua del Mar Menor está más o menos transparente», dicen desde Esamur.

Soluciones

La Ley 2/2020 prohíbe cualquier tipo de actividad agrícola en los primeros 500 metros y sólo permite la agricultura sostenible y de precisión entre los 501 y 1.500 metros siguientes. Además, cada parcela debe reservar un 20% de la superficie a crear setos, filtros verdes, humedales o espacios forestales que minimicen las escorrentías en caso de lluvias. También desde la Comisión Europea se han lanzado este otoño recomendaciones para recuperar la laguna, algunas de las cuales ya se están poniendo en marcha. Entre estas recomienda eliminar nutrientes de las aguas superficiales mediante la instalación de biorreactores y humedales o rebajar los aportes de nitratos por unidad de cultivo.