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  • El sector agrícola murciano pide al gobierno que tome medidas de urgencia para garantizar la alimentación si hubiese escalada bélica.
  • La variación de precio entre los productos en origen y en destino y la competencia desleal han provocado que el sector agrícola español viva una situación insostenible.

Murcia, 15 de marzo de 2022. Antes de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, los agricultores de toda España salieron a la calle clamando contra la dramática situación que atravesaban el sector agrario. La crisis sanitaria frenó temporalmente sus reivindicaciones y los agricultores se pusieron al servicio de la sociedad para garantizar el suministro de alimentos en todos los rincones de España, a pesar de su precaria situación.

Dos años después, la situación es todavía más dramática. El sector agrario afronta uno de los tres años hidrológicos más secos desde 1961 con solo el 25% de su cosecha asegurada, y de continuar con esta escasez de agua, desde el sector agrícola murciano estiman que se perderán millones de euros.

Esta situación se ve agravada con la guerra de Ucrania.  España, como el primer importador de cereales en la UE, dependerá aún más del exterior para abastecer toda su demanda. Ucrania, proveedor estratégico de energía y de los mercados mundiales de cereales y oleaginosas para la Unión Europea, frenará las salidas de materias primas desde este origen, a lo que habrá que sumar la guerra energética que está haciendo subir aún más la factura de las explotaciones agrícolas.

Como recuerdan desde la Fundación Ingenio, el propio Comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski, dijo la semana pasada que la invasión rusa va a suponer un replanteamiento de las estrategias agroalimentarias en la Unión Europea, con el fin de incrementar las producciones. También el gobierno italiano y el francés se han sumado a sus palabras y han solicitado que se promuevan políticas que estimulen la producción de alimentos.

Mientras tanto, desde el sector agrónomo murciano enfatizan que en España “la agricultura está al borde del abismo y los gobiernos no están ayudando lo suficiente al sector”. Los precios de los insumos siguen disparados y los precios percibidos por el agricultor hundidos. La variación de precio entre los productos en origen y en destino y la competencia desleal han provocado que el sector agrícola español viva una situación insostenible. Por ejemplo, el precio percibido por el agricultor (en €/kg) en la naranja es de 0,16, mientras que se vende a 1,56. En el limón el agricultor percibe el kilo a 0,23 mientras que se vende a 2,14, y en la lechuga se paga a 0,25 frente a 1,06 que se paga en el supermercado.

Hoy en día, por cada kilo que se vende, el agricultor está perdiendo dinero. El sector no puede más”, señala Adolfo García, presidente de la Fundación Ingenio. Advierte que “la situación del campo es dramática. En el Campo de Cartagena estamos perdiendo dinero por producir. Las actuales políticas nos llevan al desmantelamiento de la agricultura, y puede haber un efecto contagio por toda España. Los agricultores estamos al borde del abismo, vendiendo tierras y perdiendo dinero”.

A esto hay que sumarle el encarecimiento de la energía (electricidad y combustibles) y fertilizantes claves para la actividad diaria del sector. De hecho, el gasóleo, carburante más usado en el sector primario, acumula subidas de más de un 70%.  Es tal la situación, que se está haciendo imposible la producción, y muchos tendrán que abandonar sus tierras fértiles. “Lo más dramático de todo es que, en la zona del Campo de Cartagena, la mayoría de los científicos coinciden en que las soluciones es posible garantizar los recursos hídricos a buen precio y de calidad, que garanticen la convivencia de sostenibilidad y agricultura, pero los políticos no ofrecen estas soluciones” indica Manuel Martínez, presidente de la Comunidad de Regantes de Campo de Cartagena. De fondo, “también existe una politización sobre las cuestiones relativas al Trasvase Tajo-Segura, que dejaría sin agua de calidad y a precio asequible para seguir cultivando en la región, y otra serie de intereses políticos que ponen en riesgo al motor agrícola de España”.

Desde Fundación Ingenio aseguran que “mientras el agricultor español se arruina, firmamos acuerdos comerciales con terceros países para importar productos agrarios que no cumplen ninguno de los requisitos medioambientales exigidos a los agricultores o ganaderos europeos, poniendo así en riesgo nuestra soberanía alimentaria y desmantelando un sector estratégico”.

Es el momento de decir teníamos razón. Vamos a poner en marcha las medidas necesarias para garantizar el abastecimiento de alimentos en todas las zonas productivas de España, asegurando la compatibilidad del entorno con la agricultura” señala Natalia Corbalán, directora de la Fundación Ingenio.

Ante el temor de desabastecimiento de alimentos, desde la Fundación Ingenio se ven obligados a hacer un llamamiento a toda la sociedad, un grito de auxilio, un SOS, para garantizar el suministro alimentario. Por esa razón han promovido el Movimiento Chalecos Verdes, con el fin de sensibilizar y concienciar al ciudadano y la sociedad de la importancia real del sector agroalimentario y de la necesidad de garantizar con políticas de calado la soberanía alimentaria, hoy más en riesgo que nunca.

El movimiento “Chalecos Verdes” apoya la manifestación de este domingo, 20 de marzo. Además, comenzará a realizar acciones por todos los rincones del país en defensa de la soberanía alimentaria. Lo que toca ahora es transmitir esta situación a la sociedad, a los consumidores, para que entiendan la dificultad energética y de abastecimiento que va a sufrir aún más el sector que nos da de comer a todos. Si el agricultor desaparece, nos quedaremos sin alimentos.

Desde Fundación Ingenio, a través del movimiento Chalecos Verdes, hace un llamamiento a toda la sociedad para que reivindiquen su derecho a la soberanía alimentaria, y se garantice un mínimo en caso de escalada bélica, que es poder comer.